Bonham nació el 31 de mayo de 1948 en Redditch, Inglaterra. Desde muy joven, mostró un amor por la música y aunque comenzó tocando la guitarra, pronto se dio cuenta de que su verdadera pasión estaba detrás de los tambores. Su estilo, una mezcla de jazz, blues y rock, lo llevó a convertirse en uno de los mejores bateristas de su tiempo. En 1968, se unió a Led Zeppelin y desde entonces, el grupo alcanzó nuevas alturas con su fusión de un rock contundente con melodías complejas.
Sin embargo, a finales de los 70, la vida de Bonham comenzó a desmoronarse, la fama y la presión del éxito comenzaron a pasarle factura. Se hizo conocido no solo por su increíble habilidad con la batería, sino también por su afición al alcohol y Bonham se vio atrapado en un ciclo destructivo.
Al día siguiente, el personal de la casa descubrió que Bonham no respondía. Había fallecido, y la causa oficial fue asfixia accidental debido a su propio vómito. Tenía solo 32 años y la noticia se esparció como pólvora dejando a los fans de Led Zeppelin devastados.
La muerte de John Bonham significó el fin de Led Zeppelin que después de tres meses de su muerte decidieron separarse. En una conferencia de prensa, los miembros de la banda, Jimmy Page, Robert Plant y John Paul Jones, anunciaron que no continuarían sin él. “La vida de Bonham era la música”, dijo Plant, y con esas palabras se cerró un capítulo épico en la historia del rock.
A lo largo de los años, su legado ha perdurado. Los riffs de guitarra de Page y las letras de Plant son inolvidables, pero es la potente y explosiva batería de Bonham la que elevó a Led Zeppelin a su estatus legendario. Su influencia sigue viva en los bateristas de hoy, quienes lo consideran una de las mayores inspiraciones de la música.
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