A través de los años, muchas cosas han cambiado en el mundo del rock, pero si hay algo que no ha perdido vigencia es la rebeldía detrás del icónico gesto de romper guitarras en el escenario. Esto es algo que se ha visto en los shows de grandes artistas como Nirvana, Oasis y Green Day.
Sin embargo, también hay quienes lo han llevado al extremo, como es el caso de Matthew Bellamy, el guitarrista y vocalista de la banda inglesa Muse. Bellamy llegó a destruir 140 guitarras durante una gira en 2004, lo que le otorgó un récord mundial.
Esta práctica, que para muchos músicos es vista como una forma de hacer catarsis en medio del escenario tuvo su origen hace varias décadas. Contrario a lo que muchos pensarían, esta acción, lejos de ser planteada como un símbolo contracultural, en realidad fue producto de un inesperado suceso en medio de un show.
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El origen de este acto, que une la destrucción con el espíritu rockero, se remonta a los años 60, en pleno auge de este género musical. Quien fue el encargado de iniciar con esta tradición fue Pete Townshend, guitarrista y cantante de The Who.
La primera guitarra que Townshend destruyó en un show fue realmente un accidente. Se dice que el cantante lanzó el instrumento al aire y como resultado de un grave error en sus cálculos, este golpeó el techo, rompiéndose en pedazos. Esta anécdota la cuenta el mismo vocalista de The Who en su autobiografía publicada en el 2012.
“Empujé con violencia mi guitarra en el aire y sentí un terrible estremecimiento cuando el sonido pasó de ser un rugido a convertirse en un gruñido. Miré hacia arriba para ver la cabeza rota de mi guitarra, mientras la sacaba del agujero que había perforado en el techo”, reveló Townshend.
Al ver lo que había sucedido, el músico decidió aparentar que todo había sido intencional y continuar con la destrucción de su instrumento ante la mirada asombrada y el deleite del público.
“Es en ese momento cuando tomé la decisión, en una fracción de segundo, y en un frenesí loco empujé la guitarra dañada contra el techo una y otra vez. Lo que había sido una rotura limpia se convirtió en un desastre de astillas. Sostuve la guitarra hacia la multitud triunfalmente. No la había destrozado: la había esculpido para ellos. Tiré la guitarra destrozada descuidadamente al suelo, recogí mi nueva Rickenbacker de 12 cuerdas y continué el espectáculo”, relató el vocalista de The Who.
Quienes asistieron a los conciertos de la banda luego de ese icónico show, se sintieron defraudados al ver que Townshend no hacía añicos su guitarra al finalizar el show. Tiempo después, el guitarrista descubrió que esta acción, le otorgaba a sus conciertos un punto álgido que desataba la euforia de quienes lo contemplaban.
Poco a poco, esta práctica se fue popularizando hasta convertirse en un infaltable para la mayoría de bandas de rock underground. y fue cuestión de tiempo para que el resto de la comunidad se apropiara de ella, usándola como un símbolo de rebeldía e irreverencia.
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