Una de las tragedias aéreas más grandes de la historia fue cuando el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya se estrelló contra el pico de una montaña mientras sobrevolaba la cordillera hacía Santiago de Chile. ‘La Sociedad de la Nieve’ es una nueva producción de Netflix y ha llamado la atención por su parecido.
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La película fue dirigida por Juan Antonio Bayona y logra recrear después de 51 años, este trágico accidente. ‘La Sociedad de la Nieve’ es una adaptación del libro del escritos y periodista uruguayo Pablo Vierci.
En el accidente, los miembros de un equipo amateur de rugby uruguayo, Old Christians, lograron sobrevivir a 72 días en la nieve mientras esperaban ser rescatados. Lo más trágico de la historia fue que tuvieron que sobrevivir alimentándose de los cuerpos de todos sus compañeros fallecidos.
Una de las últimas fotos que se tomaron los pasajeros del vuelo fue difundida y se recreó con exactitud en la película. Esto por el trabajo de documentación que realizó el equipo de Bayona para poder mostrarlo todo igual en la producción.
Esta historia se cuenta desde el punto de vista de Numa Turcatti (Enzo Vogrincic), Nando Parrado (Agustín Pardella), Roberto Canessa (Matías Recalt), Javier Methol (Esteban Bigliardi) y el resto de supervivientes del accidente.
Las recreaciones son exactas y se puede distinguir el detalle que se puso en cada escena y también el respeto que se tiene a la tragedia que vivieron todos los tripulantes del vuelo.
En las fotografías se pueden ver algunas de las fotos que se tomaron los tripulantes en el aeropuerto de Mendoza y también de los supervivientes descansando al lado del avión, en los que se puede apreciar las condiciones en las que tuvieron que estar.
Dentro de los testimonios que se han recolectado de los supervivientes, contaron que lograron sobrevivir porque se organizaron y prepararon para lo que iban a vivir. Sin embargo, no se esperaban que los encontraran después de tanto tiempo.
Los supervivientes se organizaron en una sociedad en la que cada uno tenían unos roles. Además de eso, tuvieron normas, una de ellas fue que no se podían queja, hablar de sus madres, decir que tenían frío o hambre.
«Las normas aparecían y se aparecían por sí solas. La primera norma, que nunca fue escrita, pero no se podía romper, era que estaba prohibido quejarse. No te podías quejar. Al que se quejaba no le hablabas, no le dabas agua, no le dabas de comer, no le masajeabas los pies… solo hasta que decía ‘perdón’ y empezaba de vuelta. ¿Por qué? Todos estábamos fríos, todos teníamos hambre, todos teníamos miedo, todos esperábamos a nuestra madre. Solo nombrar a una madre, decir tengo frío o decir algo que era redundante, era algo negativo», dijo Gustavo Zerbino, uno de los supervivientes, en una de las entrevistas que dio.
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