Yo llegué a Iron Maiden en 1981, con su segundo disco, ‘Killers’. Luego, claro, me encargué de conseguir el primero. Pero fue con ‘Powerslave’ que el grupo realmente dejó una marca imborrable en mi vida como fanático del heavy metal.
‘Powerslave’ forma parte de una trilogía de álbumes legendarios, que comenzó con ‘The Number of the Beast’ y continuó con ‘Piece of Mind’. Aunque es difícil elegir un favorito, ‘Powerslave‘ ha sido el mío en más de una ocasión. Este disco es el que llevó a Iron Maiden a un nuevo nivel, perfeccionando un sonido único que aún los acompaña.
El álbum comienza con dos canciones poderosas, que se han convertido en absolutos clásicos del metal: ‘Aces High’ y ‘2 Minutes to Midnight’. A continuación, encontramos un instrumental llamado ‘Losfer Words (Big ‘Orra)’, en el que demuestran su virtuosismo como músicos.
Otras dos canciones, ‘Flash of the Blade’ y ‘The Duellists’, continúan esta línea épica, casi como himnos de batalla. Sin embargo, hacia el final del álbum, encontramos un Iron Maiden más progresivo y ambicioso. La canción homónima, ‘Powerslave’, nos lleva a una reflexión profunda sobre el poder y la mortalidad, inspirada en la mitología egipcia y con melodías que evocan el Oriente Medio.
El broche de oro del álbum es la majestuosa ‘Rime of the Ancient Mariner’, una obra maestra de 13 minutos basada en el poema de Samuel Taylor Coleridge. Con cambios de ritmo y atmósferas, esta canción es un festival progresivo que ayudó a consolidar a ‘Powerslave’ como uno de los discos con mayor impacto en el emergente género del metal progresivo.
Desde la composición hasta la ejecución, ‘Powerslave’ es Iron Maiden en su mejor momento. Cada álbum que lanzaron en los 80 fue un paso más hacia la grandeza, cerrando con ‘Seventh Son of a Seventh Son’, que para mí fue su último “gran” disco.
¡Up the Irons!
Por: Juan Kiss
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