Algo tenía que hacerse, Priest jubiló prematuramente al veterano productor Tom Allom y también prescindió de los servicios del baterista Dave Holland, y reclutó al veterano productor de metal Chris Tsangarides y al antiguo baterista de Racer X, Scott Travis. Sin embargo, lo más importante es que Priest dejó de intentar competir con las bandas que reinaban en los 80’s. Todos esos cambios salieron a la perfección, basta solo con escuchar la canción que abre el álbum, ‘Painkiller’: una descarga atronadora de la batería de Travis, y luego, Glenn Tipton y KK Downing entran con un riff amenazante; para rematar con Rob Halford desplegando su poderosa voz.
Esa intensidad aplastante en todo el disco, es una de las principales razones por las que la generación más joven del metal ha llegado a considerar a ‘Painkiller’, quizás el álbum de metal definitivo. Los viejos fanáticos lo aceptaron, aunque tal vez extrañando las viejas letras de las canciones, pero no importa, la verdad, aquí se alinearon los planetas y este regreso fue maravilloso.
Por: Juan Kiss
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