La final, disputada en el estadio El Campín de Bogotá, fue un verdadero espectáculo de fútbol entre dos selecciones asiáticas que destacaron a lo largo del torneo. Tanto Corea del Norte como Japón mostraron un alto nivel de juego, ofreciendo un enfrentamiento de gran calidad técnica. Desde las primeras fases del campeonato, Corea del Norte fue una de las selecciones más sobresalientes, consolidándose como una revelación entre los 24 equipos participantes.
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Las norcoreanas, además de su impecable trayectoria en la fase de grupos, se destacaron por su organización táctica y su capacidad ofensiva, lo que les permitió alzarse con el título y reafirmarse como una de las grandes potencias en el fútbol femenino juvenil. El Mundial Femenino Sub-20 no solo fue una plataforma para demostrar el talento de las jugadoras, sino también un evento que fortalece la visibilidad del fútbol femenino en todo el mundo.
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El trofeo original es una pieza de gran valor simbólico y económico. Mide 47 centímetros de altura, pesa 4,6 kilogramos y está fabricado en plata pura. Durante la premiación, Corea del Norte celebró con el trofeo, pero en los próximos días tendrá que devolverlo para recibir la réplica correspondiente.
Este protocolo es una tradición en los torneos organizados por la FIFA, donde el trofeo original solo se otorga temporalmente para la celebración del equipo campeón. El Mundial Femenino Sub-20 de Colombia no fue la excepción, y Corea del Norte deberá seguir las normativas del máximo organismo del fútbol mundial.
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