El impacto de la noticia de la suplencia de Cristiano se solapó con la eliminación de España a manos de Marruecos, a la que se enfrentarán los lusos el sábado.
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Y eso que el de Madeira era, a priori, la principal arma para hacer daño a Suiza. Sus cinco goles en los dos últimos enfrentamientos frente a los helvéticos le avalaban, pero Fernando Santos no pensó igual.
En la rueda de prensa previa al choque ya avisó de que la reacción de Cristiano Ronaldo tras sustituirle frente a Corea del Sur no fue ni mucho menos de su agrado. “Tienes una prisa de cojones por quitarme, ¡no me jodas!”, le dedicó el astro portugués. Y su técnico respondió.
«Primero, en la entrevista ‘flash’, yo no escuché nada. Después, lo he visto por televisión y no me ha gustado nada. Los problemas se solucionan internamente. Ya está hecho, todos están concentrados y disponibles para el partido de este martes. El once lo doy en el estadio. Siempre es así. Es un tema zanjado y todos están disponibles», explicó.
Portugal parecía ser su refugio, pero las dudas acabaron rodeando su figura. El gol de penalti en el primer partido frente a Ghana no le libró de las críticas sobre si debía seguir siendo titular o no. Hasta que Fernando Santos le sentó.
Y lo hizo en el momento de la verdad, cuando Portugal no tenía colchón. En los octavos de final de Qatar 2022. Primera vez desde el 15 de junio de 2008 ‘CR7’ era suplente con su selección en un gran torneo. 31 partidos seguidos de titular. Curiosamente, el anterior fue también contra Suiza.
Una situación que no le permitió redimirse de uno de sus ‘debes’, pocos, en una trayectoria de leyenda. Y es que Cristiano no ha marcado en ninguna eliminatoria mundialista. Seis partidos, 514 minutos, y ningún gol. Números que no tardó en superar Gonçalo Ramos, el elegido por el técnico luso para sustituirle a pesar de solo haber jugado 10 minutos previamente, dos frente a Ghana y ocho contra Uruguay.
17 minutos tardó en ver portería con un gran disparo al primer palo, en el minuto 51 firmó el segundo tanto y ya en el 67 cerró el triplete con una acción de gran calidad, picando el balón ante la salida de Sommer. En la celebración se le escapó una sonrisa de esas que se esbozan cuando te sale todo. Era su día.
Mientras, en el banquillo, Fernando Santos ocultó esa sonrisa de cuando los planes te salen bien a la par que, detrás de él, ya sin calentar y preparándose para salir al terreno de juego, se sentaba un Cristiano Ronaldo que vio de primera mano lo difícil que se le pone ser titular en cuartos. Cualquiera se atreve a sentar a Gonçalo Ramos tras su triplete.
Sobre todo porque en los 24 minutos que Cristiano estuvo sobre el terreno de juego no dispuso de oportunidades para redimirse, más allá de un tanto anulado por un claro fuera de juego. Eso sí, el magnetismo que genera solo es comparable, como su trayectoria, a Leo Messi. El más aclamado, con la grada pidiendo su entrada con el partido ya resuelto y celebrando una falta, lejana, a favor de Portugal como si de otro tanto se tratase.
La mayoría de los 83.720 espectadores que se dieron cita en el estadio de Lusail querían ver a Cristiano Ronaldo, pero salieron del mismo con la confirmación de que ahora es Gonçalo Ramos el nombre de moda en Portugal.
EFE
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