En una entrevista con el diario británico Daily Star, Melissa dijo que, en el 2020, antes de que falleciera su madre a los 75 años, le dio su bendición para que cubriera su cuerpo con tatuajes. Ella dijo “sigue haciéndolo, ve hasta el final, así que tengo que ir hasta el final”.
A partir de ese momento su obsesión se intensificó hasta llegar al punto de tatuarse como mínimo 3 veces por semana, asegurando que es parecido a cuando se fuma o se bebe alcohol, quienes lo hacen en algún momento se vuelven adictos y no pueden detenerse, eso mismo le sucede a ella.
Al diario The Sun le dijo «Un día podría estar sentada en el sofá aburrida y pensaré vamos a tomar una dosis”, este gusto la ha llevado a cargar todo el tiempo su propia máquina de tatuajes portátil comprada en Amazon «El kit portátil es excelente porque puedo llevarlo conmigo. En el jardín, en el automóvil, en el autobús, donde sea. Me encanta el zumbido. Me hace sentir viva«.
Si bien ha tenido algunos profesionales del arte que se han encargado de sus diseños, las tintas ahora las graba su esposo Luke, de 56 años, con la máquina portátil e incluso deja sus dos sus hijos menores de edad que aún asisten al colegio intenten tatuarle la espalda.
Sus tatuajes favoritos son los que tienen el “estilo prisión”, aunque nunca ha cometido delitos y mucho menos ha estado en la cárcel, estos son los preferidos a la hora de pensar en un nuevo diseño, pero para algunas personas estos se relacionan con delincuentes, generando un poco de desconfianza y son vistos como de mal gusto.
Entre los tatuajes que se destacan en su piel se pueden ver los gemelos Kray (mafiosos londinenses) en su pierna, en la cara tiene la bandera de Inglaterra, conejitos playboy, hojas de marihuana y telarañas en su pecho.
Melissa agregó que al iniciar este camino “tenía el nombre de mi novio y luego lo quite” a partir de ahí empezó a diseñar los demás tatuajes, pero con el pasar del tiempo pensó que podía empezar a tatuarse la cara, además le gustaba usar pelucas coloridas por lo que una vez más se le ocurrió que podía deshacerse de ellas y tatuarse el cuero cabelludo.
Este ha sido su mayor dolor de cabeza, pues desde que empezó a tatuarse solo ha tenido un trabajo limpiando baños, por el que un día sin mayor explicación le negaron la entrada, por lo que se molestó, ya que se mantiene en su postura de que no le quieren dar trabajo por su aspecto físico.
Melissa asegura que ha sufrido discriminación porque por más que ha intentado buscar un trabajo para mantener a su familia, nadie la contrata, pues según ella la causa principal son los tatuajes en su cara.
Ella aún no pierde la esperanza “Si alguien me ofreciera un trabajo mañana, lo tomaría” porque por el momento no piensa dejar de tatuarse.
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