De acuerdo con las personas que la practican, la ecosexualidad «es hacerle el amor al planeta, pero no solo de forma genital, sino gozando de los estímulos de la naturaleza con los cinco sentidos».
Beth Stephens y Annie Sprinkle, dos artistas estadounidenses, son los creadores del movimiento que nació en el 2011 y mezcla el arte, el ecologismo y el sexo.
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Según los ecosexuales, la práctica sexual cuida la naturaleza: «Sería tomar conciencia de nuestro entorno y de cómo este es realmente sexy y excitante: el acariciar un musgo húmedo, el mirar como sube la marea y golpea contra las rocas, el masturbarse sobre una roca caliente, notar el calor de la arena ardiente sobre tu espalda».
La inclinación sexual también incita a elegir pareja o tener relaciones con otra persona respetuosa con el medio ambiente.