De acuerdo al portal De Telegraaf, la mujer duró cuatro años seguidos visitando por lo menos una vez a la semana al orangután de 38 años llamado Chita. Cada que Adie iba al zoológico, le daba besos al vidrio de la jaula del animal, y le expresaba un «cariño excesivo».
De acuerdo a los encargados del lugar, el comportamiento de la visitante estaba afectando el relacionamiento del chimpancé con sus compañeros de hábitat, quienes aparentemente estaban aislando al animal.
“Cuando Chita está constantemente rodeada de visitantes, los otros animales lo ignoran y no lo consideran parte del grupo”, manifestó Sara Lafaut, trabajadora del centro.
Por su parte, Timmermans se mostró muy afectada por la situación, ya que no quería dejar a Chita. “Amo a ese animal y él me ama a mí. No tengo nada más. ¿Por qué quieren quitar eso? (…) Otras docenas de visitantes vienen y pueden hacer contacto con él. Entonces, ¿por qué no yo?», dijo llorando para el medio ‘ATV’.
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