Cuando hago referencia al álbum ‘Nevermind’ de Nirvana siempre imagino una década musical que hizo historia de ahí para adelante, para los años que llegaban, para las generaciones que nacían, y sobre todo, para quienes fueron testigos del poderoso grito de grunge que le dio identidad a quienes esperaban un cambio musical como el que Kurt Cobain otorgó iniciando los 90’s.
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Así, sencillo, un tipo con una vestimenta bastante indiferente, con su cabello largo, siempre con un saco medio sucio y cargado de penas; esta era la apariencia que le abría las puertas a los 90’s, todo lo contrario a lo que habían dejado los 70’s y 80’s con géneros como el glam, donde sus protagonistas reflejaban el lado opuesto a lo que ofrecía Cobain: agrupaciones alineadas por integrantes con tintes femeninos y una imagen impecable, aunque los excesos no faltaron.
No hay necesidad sentir gusto por el grunge o el rock, tampoco de ser melómano o sentir pasión por alguna banda en común, podría apostar a que en cualquier rincón del mundo sabrían a qué época pertenece el Nevermind con tan solo ver su portada.
El 24 de septiembre de 1991 Kurt Cobain, Krist Novoselic y Dave Grohl hicieron una apuesta al mundo, quizá la apuesta más desesperanzadora de sus vidas, a la que no le hicieron mucha fuerza y de la que no esperaban muchos resultados a cambio. Sin embargo, la imagen que habían vendido al mundo (sin querer) ya daba un aviso a lo que estaba punto de llegar para la carrera musical de la banda, algo que también era incierto en aquel momento.
Un segundo álbum llamado Nevermind, y predecesor del Bleach (1989), daría un nuevo aire a Nirvana, aire para tomar fuerza y adueñarse de los sonidos en un mundo que ya tenía una línea musical definida por agrupaciones y solistas que encabezaban los listados musicales más importantes de la década.
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Inspirado en los cielos de Seattle e influenciado por la música ya conocida de Pixies, Kurt Cobain se atrevió a salirse de los estándares musicales para entregar al mundo un sonido sucio proveniente de suburbios y clubes nocturnos donde parte de la sociedad buscaba una identidad, aquellos lugares donde la música era la única alternativa de huir de la realidad. Quizá con Territorial Pissings podríamos entender mejor esta parte del Nevermind.
El Nevermind es un álbum tan imperfectamente planeado, que sentó las bases para ser el soundtrack de los 90’s, si, y no solo le puso la música a la década, sino que también le dio una portada a una época de la historia cambiante a la que se unió todo aquel que tuvo, quiso y creyó llevar una pena que lo ahogaba por dentro.
Publicado bajo el sello de DGC Records y con la producción de Butch Vig (baterista de Garbage), Nirvana detonó su nombre como si se hubiera tratado de una bomba que explotó en todo el globo terráqueo. Recibieron a cambio el fruto de un trabajo al que los tres integrantes pusieron todo su empeño, pero jamás se imaginaron tener siquiera el 50% de los resultados, pues las esperanzas comerciales tanto de Nirvana como del sello discográfico no eran tan altas.
Adiós Michael Jackson
Como bien hice referencia en uno de los párrafos anteriormente escritos, la llegada de Nevermind cayó como un balde de agua fría para quienes por décadas se adueñaron de la escena musical alrededor del mundo, y uno de ellos era precisamente Michael Jackson, el ‘Rey del pop’.
El poder que tenía Nirvana en sus manos era tal, que con su segundo álbum, y sin imaginar, en enero de 1992 desbancó al ‘Dangerous’, el octavo álbum de estudio de Jackson, ¡PERO OJO! En este material de Michael encontramos canciones como Remember the Time, Black or White, Will You Be There, entre otros himnos en la carrera del ‘Rey del pop’, que aparte de ser unas joyas musicales, contaron con producciones audiovisuales inigualables en aquel entonces.
Con Smells Like Teen Spirit, Nirvana no solo nos daba la bienvenida al Nevermind, sino que también nos advertía sobre lo que estaba a punto de suceder con este material. De hecho, Nirvana convirtió a Smells Like Teen Spirit en el primer sencillo del álbum, y como consecuencia, gracias a esta gran apertura, Nevermind se convirtió en un éxito rotundo a finales de 1991.
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Ven como eres, como eras…
Si hablamos de bajos inconfundibles en los primeros segundos de las canciones, solo basta con cerrar los ojos y escuchar aquel intro que nos regaló Krist Novoselic en ‘Come As You Are’, ahora bien, ¿una pistola cayendo a las profundidades de una piscina? Un mensaje bastante confuso comparado con la letra amigable de la canción, catalogada como uno de los ritmos más “optimistas” de Nirvana, donde se le tiende la mano al fanático para hacerlo parte de la canción.
De hecho, después de la muerte de Kurt Cobain, ‘Come As You Are’ fue un flashback para los fanáticos de Nirvana, quienes interpretaron parte de la letra de la canción como el yin yang que dividía la personalidad de Cobain. Con la interpretación de la frase «I swear I don´t have a gun» («Juro que no tengo un arma»), críticos y expertos encontraron más referencias que Nirvana hizo a las armas en parte de su álbum.
1987 – Polly quiere una galleta
Tragedias e impactos noticiosos comenzaron a verse reflejados en letras de canciones, y no solo lo hizo Eddie Vedder en 1991, cuando estaba leyendo el periódico y se encontró con la historia de Jeremy Wade Delle, noticia que relató cómo un estudiante de 16 años se disparó frente a su profesora y sus compañeros de clase.
Kurt Cobain también incluyó esta práctica dentro del Nevermind, historia que tradujo después de conocer el caso de violación de una niña de 14 años en Tacoma, Washington, donde el secuestrador se ganó la confianza de su víctima para abusar de ella y torturarla.
Esta sorprendente historia inspiró a Cobain a escribir la canción en 1987 para incluirla en el álbum que estrenaría cuatro años más tarde. Sin embargo, con esta práctica, el líder de Nirvana fue blanco de las críticas al plasmar su perspectiva del caso desde el papel del victimario, creando una falsa imagen, como si Kurt estuviese de lado del secuestrador.
Podríamos quedarnos hablando y debatiendo sobre todas las canciones que componen el segundo álbum de Nirvana, pero con este artículo pretendo, en parte, hacer referencia a uno de los materiales discográficos que dividió la historia de la música en dos, el mismo que demostró a una época que el pensamiento singular de un hombre con una voz desgarrada y una guitarra podría incluir de manera plural a todo aquel perteneció a una época dorada donde la música marcó a la sociedad y le dio identidad a toda una generación que creció con una colección de cassettes , cds, y los bolsillos llenos de baterías para poner a funcionar sus reproductores musicales.
Felices (o infelices) 30, Nevermind…