Una mujer en Tucumán, Argentina, recogió un par de felinos que se alimentaban de su madre muerta. La mujer, llamada Florencia Lobo, los adoptó y les puso Dani y Tito.
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Uno de los felinos, Dani, no resistió y falleció al poco tiempo de tenerlo en casa. Por su parte Tito evolucionó muy bien y se convirtió en la compañía de la mujer.
Pero Tito se lastimó una pata, por lo que la mujer decidió llevarlo al veterinario que enseguida notó que no se trataba de un gato.
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Estefanía decidió llamar a una reserva animal y allí le dijeron que se trataba de un puma yaguarundí. La mujer entregó el felino de tres meses para que creciera en el ambiente que debe estar.