Y en la historia sad del día tenemos como protagonista a un alcalde que, como bien sabemos, en estas épocas, en la mayoría de países afectados por el COVID-19, muchos recibieron órdenes de prohibir eventos masivos para evitar la propagación.
Hasta el momento, todo bien, todo normal, tal y como lo pensó Brant Walker, alcalde de Alton, Illinois, Estados Unidos, quien se enteró que en su pueblo habían organizado una fiesta que contaba con un gran número de invitados, por esta razón mandó a las autoridades a detener la celebración e emprender derechos legales en contra de los desobedientes.
Sin embargo, para sorpresa de los policías enviados al lugar, la esposa de Brant Walker hacía parte de los invitados de la fiesta, por esta razón el jefe de policía se comunicó con el alcalde, quien le ordenó que «la tratara como lo haría con cualquier ciudadano que viole la orden y que se asegurara de que no recibiera un trato especial».
Y para finalizar expresó «Mi primera y más importante prioridad es la seguridad y bienestar de los ciudadanos de Alton. Estamos en medio de una crisis de salud pública y seguiré haciendo todo lo que esté en mi alcance para asegurar que su salud esté protegida».
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