El columnista de El Espectador, William Ospina, denunció en su columna que en Usaquén, al norte de Bogotá, un joven llamado Jesús Espicasa, quien se dedica a realizar poemas, fue multado con 833.000 pesos (la más alta en el código de Policía), por “traficar poemas”.
La “clamorosa estupidez”, así tituló a la columna Ospina, en la que denuncia lo realizado por la policía al joven poeta.
Ospina dice en su columna que Jesús “sale a las calles con una vieja máquina de escribir, para ofrecer sus poemas a los viandantes” y que el policía que le pidió que recogiera todas sus cosas le pidió que lo acompaña a un CAI, por escribir poemas.
El columnista escribe:
“Una vez en el CAI, el agente procedió a imponer al poeta una multa por estar invadiendo el espacio público. Escribir poemas en una máquina de escribir antigua, de esas que ni contaminan ni consumen energía eléctrica, y ofrecérselos a los ciudadanos a cambio de algunas monedas, en otros países puede ser un alto ejemplo de paz y de civilización, pero en Bogotá, en Colombia, es invadir el espacio público”.
Ospina escribe en su columna que al joven le pusieron la multa más alta del código de Policía “Y cuando alguien le preguntó al agente [de la Policía] cuál era el delito cometido, el uniformado se permitió decir burlonamente que el muchacho era ‘traficante de poemas’”.
El lamentable hecho, hizo que Ospina se preguntara sobre el trato que se les da a los artistas por parte de la ciudadanía y las autoridades, diciendo que deberían ser homenajeados:
“un homenaje de la ciudadanía y de las autoridades. Nuestra clamorosa estupidez, nuestra barbarie autoritaria les pone multas y los declara criminales. ¡En un país lleno de criminalidad verdadera y devorado por la corrupción!”.
El columnista se sigue preguntando:
“¿por qué aquí les ha dado por llamar espacio público a un espacio del que cada vez más quieren expulsar a los ciudadanos, un espacio que privatizan cuando quieren de mil maneras distintas, donde la libertad está cada vez más restringida y donde expresiones como la música y la poesía terminan siendo tratados como delitos?”.
Ospina dice que si se llega a quitar la multa, eso no será suficiente, por lo que propone que:
“El Estado debe disculparse con ellos. El alcalde debería ir a donde están, pedirles perdón y rogarles que salgan a las calles sin permiso, porque la poesía no tiene que pedir permiso; que salgan a darle su lenguaje, su creatividad, su rebeldía si se quiere, a la sociedad”.
¿Qué le está pasando a la Policía de este país?