Nuestra infancia estuvo marcada por profesores que nos rayaron el cerebro, no solo con la memorización obligatoria de formulas o la forma correcta de conjugar verbos, también con una larga lista de traumas psicológicos, firmas innumerables en el observador e incluso humillaciones en frente de todo el colegio. Sin embargo, en algún momento de nuestras vidas nos topamos con un profesor que marcó la diferencia, no solo con su metodología y pedagogía a la hora de enseñar, sino con su carisma y genialidad. El tío Notinerd nos muestra algunos de ellos.
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