Su reticencia se basaba principalmente en el miedo a que el director Cary Joji Fukunaga llevara la historia en una dirección en la que los motivos religiosos fueran el principal motor del hombre que debe convertirse en la mayor pesadilla de James Bond en la vigésimo quinta entrega de la saga.
«Se trata de un rol maravilloso y estoy muy emocionado, pero sí que hubo una cosa de la que hablé muy seriamente con Cary. Le dije que no podíamos asociarle con ningún acto terrorista que reflejara una ideología o una religión. Le dejé claro que eso era algo que no me interesaba y que, si planeaba ir en esa dirección, entonces yo no era la persona que estaba buscando», ha explicado ahora el intérprete, cuyos padres se mudaron de Egipto a Los Ángeles poco antes de que él naciera, en una entrevista al periódico Daily Mirror.
Afortunadamente, el cineasta compartía su misma visión y entre ambos han conseguido crear un némesis para el espía británico que va más allá del típico perturbado decidido a destruir el mundo.
«Se trata de otra historia escrita de manera brillante por una gente que sabe exactamente qué quiere el público de estas películas, pero aun así siento un peso muy grande sobre mis hombros, sí, porque todos hemos crecido con Bond», ha reconocido acerca de su participación.
Redacción: Bang Media