Carta de amor escrita por Diego Peña

Luisa Toquica

Septiembre 26 de 2018

Querida damisela de mis sueños húmedos:

Te escribo esta misiva con el único objetivo de abrir mis vísceras y mi corazón para confesarte algo que quizá tu no has notado y que he callado durante eternas e imperecederas 2 semanas.

Primero, quiero hacer énfasis y alusión a tu orificio bucal de suculentos labios rojos que se aloja en tu rostro y a esa hermosa mancha pequeña y coqueta que tienes en tu cachete y /o morrillo derecho… sí, ese bello lunar que engalana tu quijada puntiaguda y tersa.

Barbilla que no se compara ni con la mejor porcelana ofrecida en San Victorino, en Bogotá, o en El Hueco, en Medellín.

Además, quiero declararte que me apasiona en demasía tu cabellera equina, tipo cuadrúpedo de la sabana que galopa en los valles, así como tu recuerdo – en múltiples oportunidades – galopa en mi pecho de pelos frondosos.

Después de estas poéticas manifestaciones – sutiles y distinguidas – , quiero ahora, si me lo permites, bella dama, declararte a todo pulmón (libre de flemas) que estoy ahogado en los jugos y mieles de tu atrayente y magnético encanto.

Si quizá no llegases a entender esta pasional misiva, te la traduzco en los términos y vocablos más castizos y directos: Me pareces muy chimbita, bebé.

Atentamente,

Un caballero que quiere besar tu satinado pescuezo y hacerte tremolar los vellitos de la nuca.

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