La University College de Londres (UCL), realizó este estudio y concluyó que las personas que ya han sido infieles son en un 90% más propensas a serlo de nuevo.
Resulta que según explicaba Neil, todos poseemos una ‘amígdala cerebral’ o ‘cuerpo amigdalino‘,que son un grupo de neuronas que lo que haces es guardar y almacenar reacciones emocionales.
Cuando hacemos algo ‘malo’ como lo es ser infieles, la amígdala da una respuesta negativa –vergüenza o remordimiento-, cuando mentimos.
Según este científico, «el proceso de adaptación [a la deshonestidad] reduce esta reacción, lo que nos permite engañar más».
El experto subraya que las denominadas ‘mentiras blancas’ pueden convertirse en mentiras más significativas porque gradualmente podemos lidiar mejor con ellas.