Resulta que un hombre, como cualquier otro mortal, decidió ir al baño y cuando fue a orinar, le dio por levantar la tapa del inodoro, no sin antes darse cuenta que algo parecía moverse entre el orificio de la tasa.
Se detuvo a mirar y se dio cuenta que lo que había allí era una serpiente venenosa de poco más de un metro de largo escondida en su baño.
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