«Acabo de luchar contra el cáncer, esa ha sido mi última aventura. He fumado mucho durante 50 años, y sabía que al final iba a tener que pagar el precio. No me había hecho una radiografía en 16 años, así que cuando me la hice… había una gran mancha en uno de mis pulmones, cómo no, una tan grande como una supernova. No pude evitar pensar: ‘¡Jo**r!’. Lo afronté con una actitud positiva, pensé que si tenía cáncer, lo mejor era ir a por todas y deshacerme de él. Me metieron algo por la garganta… ¿cómo se dice? Ah sí, por la tráquea. Tenía un montón de tubos saliendo de mi cuerpo, parecía una marioneta, estaba lleno de cables como una marioneta», ha explicado el roquero en una entrevista a The Guardian.
La principal motivación de Ronnie a la hora de afrontar su enfermedad han sido sus hijas pequeñas, las gemelas de 14 meses Gracie y Alice, a quienes espera poder ver crecer hasta que lleguen a la vida adulta.
«Ahora que esas pequeñas están en mi vida, hacen que quiera quedarme en este mundo más tiempo para verlas crecer. Así que tener esta oportunidad me ha hecho sentir más agradecido de poder disfrutar de mis niñas, y de los otros hijos que ya tengo. Y pasar algo de tiempo con Sally, y salir de nuevo a la carretera, todas esas cosas», ha apuntado.
Debido a su propia experiencia con el cáncer, al artista le afectó aún más la muerte de otra leyendo de la música, David Bowie, el año pasado a causa de esa misma enfermedad, ya que sabe perfectamente que la situación podía haberse desarrollado a la inversa, y haber sido él quien no pudiera vencerla.
«Lo de Bowie me afectó especialmente porque teníamos la misma edad, los dos éramos modelos de 1947. No nos veíamos muy a menudo, pero cuando lo hacíamos, siempre resultaba que teníamos mucho en común. Con el cáncer, a él le tocó una mano mala. Yo sabía que también había sufrido un derrame. No iba a conciertos ni hacía apariciones públicas, así que me di cuenta de que algo sucedía. En mi caso tuve suerte, las cartas me sonrieron», ha añadido.