Resulta que un grupo de científicos de la Universidad McGill de Montreal (Canadá) decidió analizar los procesos neuroquímicos relacionados con la experiencia musical.
Partieron de la base de que el sexo, la comida y la música generaban placer en el organismo y la idea era averiguar si en los tres casos existía la misma intensidad.
La investigación se realizó usando un medicamento llamado naltrexona y concluyó que el placer que se siente con la música activa las mismas zonas cerebrales que el mantener relaciones sexuales o degustar una sabrosa comida. El efecto es el mismo tanto a nivel físico como mental.