Imagen: Flickr.com/CC/Gergely Csatari

Korn, la banda que vistió al heavy metal con chaqueta Adidas

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“Where are your fucking hands, Barcelona?”. Así nos provocaba Jonathan Davis con su voz gruesa desde un micrófono que minutos antes del show descansaba en su pie. De lejos, cubierto con una tela y solitario en el escenario, ese micrófono parecía un monje delgado y robótico, con la luz blanca desde arriba coronando la instantánea espiritual.

Hasta que se apagaron todas las luces y comenzaron a proyectarse sombras detrás de un tul oscuro. Sonaba una batería con prólogo de suspenso y el escenario comenzó a iluminarse hasta hacer visibles esas 4 letras tan conocidas y con estética de graffiti estampadas en una enorme tela. Korn aparecía en Sant Jordi Club, encabezado por un front-man con su clásico baile y por unos músicos agitando la cabeza hacia adelante y hacia atrás bajo los acordes de “Right now”.

Ya habíamos tenido dos preludios intensos. Primero con Hellyeah, la banda del legendario Vinnie Paul (ex baterista de Pantera). Y luego, desde Alemania, Heaven Shall Burn, con su metal gutural, demoledor y, por momentos, melódico.

Ahora Jonathan Davis agitaba ese micrófono tan característico que lo viene acompañando desde hace años, con un pie que es, en realidad, la escultura de una figura alienígena y andrógina. Tras la intro, siguió el clásico “Here to stay” y, después, algo del repertorio del nuevo álbum de la banda, “The serenity of suffering”: “Insane” y “Rotting in vain”.

Por todos los costados el público saltaba mucho, tan eufórico de ser testigo del show implacable de esta banda californiana que encabezó ese movimiento conocido originalmente como New Metal (a falta de un nombre mejor) y que después derivó en Nu Metal.

Korn quedará en la historia, junto a Deftones, System a the Down, Rage Against The Machine y Tool, como las bandas que consiguieron renovar el heavy metal con la incorporación de samplers, hip hop, grunge y funk. Y que le quitaron el cuero para reemplazarlo por chaquetas Adidas de colores, pañuelos, faldas y camisas escocesas. Que reemplazaron las tachas por los piercings. Y que dejaron de platinarse el pelo en la peluquería.

Korn llegó en un momento en que el rock alternativo que había surgido en los 90 se estaba consolidando, pero el heavy metal seguía haciéndose viejo. Por decantación, tenía que renovarse. Y Korn logró consolidar un estilo propio no solo en lo musical sino en lo performático, con Jonathan Davis y su particular manera de hacer de front-man, con la clásica agitación de cabeza y cabellera mezclada con bailes y movimientos de caderas, además de esa marca registrada de pararse frente al pie del micrófono de puntas de pie y con los ojos hacia el cielo, como en una plegaria desaforada.

Los californianos trajeron a Barcelona un despliegue de paneles de luces de LED que alternaban el rojo, el blanco y el verde. En un escenario de dos pisos con la batería omnipotente, mucho humo e imágenes de fondo que combinaban símbolos con los típicos juguetes rotos y rabiosos que ya son una marca registrada de la banda.
Y un repertorio en el que repasaron los mejores éxitos de sus más de 20 años de trayectoria. El hipnótico “Blind”, el hit “Freak on a lesh” y “Shoot and ladders”, un homenaje del cantante a su abuela escocesa con introducción de gaita incluida.

Algunos fans se quejaron de que la hora y cuarto que duró el show se les hizo corta. A ver si el próximo 17 de abril, cuando Korn haga su presentación en Bogotá, los músicos están más generosos con el tiempo y se los puede disfrutar un rato más. Colombianos y colombianas: are you readyyyyyyyy?

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