La hinchada del Real cumplió. El estadio se convirtió en el jugador número 12 desde antes que empezara el partido. La afición merengue no paró de alentar y su ánimo se vio compensado muy pronto. En apenas 15 minutos, la presión del Real Madrid se convirtió en el primer gol del partido. Carvajal se animó con su primera carrera hasta portería rival y puso el pase para que Cristiano Ronaldo marcara el primero con la pierna derecha. El portugués no lo pensó dos veces; envió el balón a guardar y de inmediato fue por él para sacar rápido. Había que hacer más goles y nadie iba a pararlo.
Dos minutos después, el mismo Cristiano se elevó como sólo él sabe hacerlo y, tras un centro de Kroos, convirtió el segundo gol después de un certero cabezazo al palo izquierdo del arquero. El Bernabéu era un solo grito. La fiesta parecía incontrolable -y nos quedamos, otra vez, con las ganas de ver a James, quien ni siquiera calentó-.
Pero de nuevo volvió a aparecer ese Real Madrid de montaña rusa: pocas ideas, buenas individualidades, flojos remates y jugadas sin completar. Los blancos creyeron tener el partido en el bolsillo y se relajaron más de la cuenta.
Al frente se encontraron con un Wolfsburgo que sabía solo necesitaba un gol para armar el caos. Nada concreto y el tiempo se acababa. Pero si tienes a Cristiano Ronaldo en tu equipo, todo puede pasar. Fue CR7 el encargado de cobrar un tiro libre perfecto en el 77′ que significó el estallido total. ¡Golazo del portugués! Noche perfecta para un ídolo que jamás será olvidado. El Real Madrid está en semifinales.
https://youtu.be/j06Z4tX4nK8