Un papá con mal genio le advirtió a su hijo que si no mejoraba su rendimiento en el colegio, le pasarían cosas muy malas consolas de videojuegos y, por supuesto, pasaron.
Sin ninguna consideración, el papá hizo que su hijo rompiera lo que parecen ser dos Xbox y unos controles con un martillo gigante.
El niño quiso responsabilizar a los maestros, pero de todas formas tuvo que ponerle fin a sus amadas posesiones.
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