Slash, repartidor de periódicos e ingeniero de luces

Laura Moreno

En su autobiografía Slash aseguró que los trabajos que tuvo siempre fueron con la intención de ganar unos dólares que gastar en su pasión musical: «Todavía en el colegio repartía periódicos por diversos barrios de Los Ángeles. Después pasé por el Cine Fairfax, y como montador en una pequeña fábrica de relojes por encargo. Llegarían luego trabajos en la tienda de instrumentos y partituras Hollywood Music Store, ayudante en los Cherokee Studios, e ingeniero de luces y sonido«. Siempre por la zona de Hollywood, donde su melena iba haciéndose poco a poco más conocida.
Ahora, conocemos a este rockstar:

«Puedes registrarte en el mejor hotel, puedes ser parte de la banda de rock más grande de todos los tiempos y tener toda la fama y el reconocimiento, pero cuando entras a la habitación, el papel higiénico sigue siendo precisamente eso; papel higiénico.»

«Hemos aprendido a mantener un cierto control sobre nosotros mismos. Ya no arrojamos los grabadores de los reporteros por las ventanas.»

«Reconocía mi propia voz creativa filtrada a través de esas seis cuerdas, pero había claramente algo más. Notas y acordes se han convertido en mi segunda lengua y, cada vez más a menudo, ese vocabulario expresa lo que siento cuando el lenguaje me falla.»

«Mi gran despertar vino a mi cuando tenia 14, trataba de estar con una chica mayor que yo, y un día finalmente me dejó entrar a su casa. Estuvimos ahí un rato, fumamos un poco de marihuana y escuchamos el disco de Aerosmith Rocks, me pegó muy fuerte. Me senté ahí y lo escuché una y otra vez. Me olvidé por completo de aquella chica. Recuerdo ir en bicicleta de vuelta a la casa de mi abuela sabiendo que mi vida había cambiado. Ahora me identificaba con algo.»

 

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