«Otro vendedor me habló de un curro limpiando moquetas en el que aceptaban a cualquiera con tal de que tuviera coche. De modo que cogí el trabajo con la única intención de entrar en las casas de los clientes y dejar el vaporizador encendido delante de las puertas de sus dormitorios para mantenerles alejados mientras saqueaba sus botiquines y me llevaba todas sus drogas. Para ganarme un dinero extra, solía llevar conmigo una botella de agua y decirle a la gente que era Scotchgard y que podía sellar sus moquetas para que la mierda no se les siguiera pegando. Les explicaba que la tarifa estándar por tratar toda una casa era de 350 dólares, pero que como yo era estudiante que lo único que pretendía era poder pagarse la universidad, podía hacérselo por 100 siempre y cuando me pagaran en efectivo y no se lo dijeran a nadie. Así que recorría sus casas espolvoreando agua y robando cualquier cosa que no pareciera que fueran a echar de menos en un par de días«, afirma abiertamente Nikki Sixx.