Un hombre se montó a Transmilenio con un par de cervezas en la mano que se fue tomando durante su trayecto. Al terminar una de ellas y no ver ninguna caneca cerca, decidió tirar la lata en el piso del bus.
Un buen ciudadano quiso corregir esta conducta pero entre tantos cuentos de este borrachin cochinote, esto fue lo que pasó:
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