Esta fue la manera en la que expertos e investigadores encontraron de manera sorpresiva un "virus de la estupidez" en la garganta de personas sanas.
Sin embargo, cuando los científicos de Nebraska inyectaron el virus en ratones de laboratorio, estos comenzaron a equivocarse en los laberintos, se mostraron desconcertados con sus juguetes nuevos y no encontraban nuevas salidas puestas en sus jaulas.
"Este es un ejemplo que muestra que los microorganismos inofensivos pueden afectar nuestras conductas y el aprendizaje", afirmó el investigador, Robert Yolken.
Por supuesto, hay otros científicos que se muestran escépticos ante el tema.