Hunter Lee Soik y Jason Carvalho tienen una estrategia muy sencilla: no se trata de cables con electrodos ni aparatos complejos que miden intensidades eléctricas provenientes del cerebro. Es algo de sesgo menos científico y más hogareño, que puede generar críticas por esas características, pero que tiene a la vez una -valga la redundancia-aplicación práctica de fácil instrumentación.
Se trata de un despertador «suave» y de una tarea básica que hay que cumplir al levantarse.
La alarma del despertador es una música que va subiendo gradualmente, al igual que su vibración, lo que permite que, idealmente, el dueño del teléfono se vaya despertando de a poco.
De esa manera se evita que el sueño en curso -que habitualmente se interrumpe de golpe con un sonido agudo y penetrante- quede trunco y que el estado de conciencia sobrevenga poniendo fin a todo recuerdo posible de lo que sucedía en su mente hasta los momentos previos.
En cambio, con el sistema Shadow (Sombra), la transición entre la oscuridad del sueño profundo y el despertar consciente se alarga. Así, la fase en la que no se está del todo dormido ni del todo despierto, que es el estado en el que mejor se recuerdan los sueños, es más prolongada.
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