De tal manera, el hombre quemó su casa y lanzó el coche por un acantilado.
Algunos testigos confirmaron que el hombre atravesaba una mala situación económica y tenía deudas con los bancos tras el fracaso del comercio.
Cuando los bomberos llegaron para poder apagar el incendio, lo encontraron sentado y observando las llamas con un cigarrillo en la boca. Algunos testigos afirman que el hombre, que fue entregado a la justicia, les dijo a los bomberos: "Esos hijos de perra no se van a llevar nada mío".