Según cuentan los dueños, casi todo el interior del establecimiento, ubicado en la capital inglesa, está hecho con tortas, pasteles y otros dulces.
Cada dormitorio está lleno de caramelos y golosinas, al igual que la decoración que también es comestible. Las ventanas son de chocolate, las bañeras están repletas de pequeños dulces y los pisos del hotel de tres pisos están cubiertos de alfombras con merengue y decorados con esculturas de confites.
Al parecer, la obra llevó 900 horas de construcción y poco más de 600 kilos de azúcar para que 14 artistas pasteleros la completen.