Los éxitos se suceden a un ritmo frenético sobre el escenario en un "concierto teatral", como lo denomina su productor, Jamie Hendry, con una treintena de canciones con las que el público "seguirá siendo siempre joven".
El espectáculo, que podrá verse en el teatro Prince of Wales del West End hasta enero, reúne a un público mayoritariamente de mediana edad que, durante dos horas, no deja de corear y hasta baila en los pasillos del patio de butacas temas como "Twist And Shout" o "Get Back".
Tras un arranque intenso con "She Loves You", "Please, Please, Me", "From Me To You" y "I Wanna Hold Your Hand", la primera parte del musical se centra en el ascenso al estrellato de los ingleses, su llegada a Estados Unidos o su actuación en el Shea Stadium de Nueva York en 1965, mientras se proyectan imágenes en blanco y negro de sus devotas fans.
"Let It Be" no es solo un repaso de la trayectoria de la banda más conocida de todos los tiempos hasta su separación en 1970, sino también el retrato de una época marcada por la escalada armamentística a causa de la Guerra Fría y los movimientos a favor de la paz impulsados por los jóvenes.
De hecho, la obra, estructurada en las diferentes etapas del cuarteto inglés, se despide antes del intermedio con la imagen del estallido de una bomba nuclear mientras suena "A Day In The Life", considerada por la revista Rolling Stone como la mejor canción de The Beatles.
Quince minutos después, la segunda parte del musical se llena de color y de consignas de "paz y amor", y los intérpretes saltan al escenario para tocar "All You Need Is Love".
Los cuatro, elegido tras un casting internacional, llevan años interpretando a algún miembro de The Beatles en diferentes proyectos.
"Let It Be" es, asimismo, un homenaje al imaginario británico y así gustaron al público las parodias de anuncios de televisión de la década de los sesenta, ya vistas en la inauguración de unos Juegos Olímpicos de Londres 2012 que han llenado de orgullo al Reino Unido.
El cierre del musical lo da el "Hey Jude", el mismo tema con el que concluyó la ceremonia de apertura de los Juegos, cantada por el mismísimo Paul McCartney, que acaba de cumplir 70 años.
Gran parte del protagonismo recae sobre Gershon, que interpreta a Lennon, quien ha sido recientemente elegido el "mayor icono musical de los últimos 60 años" en una votación organizada por la revista británica New Musical Express.
El más aplaudido fue Hill (Harrinson) con la canción "While My Guitar Gently Weeps", una de las pocas canciones que el »beatle» más místico compuso, junto a "Here Comes The Sun" y "Something".
"Let It Be" y "Yesterday", dos de los momentos con más emoción del concierto, son interpretados en solitario al piano y la guitarra, respectivamente, por Angeletti (McCartney).
"Help", "Strawberry Fields", "Lucy In The Sky With Diamonds", "In My Life" o "Give Peace a Chance" completan el listado del concierto apto tanto para fans acérrimos como para aquellos que se quieran acercar un poco más a la banda que mantiene el honor de ser la que más discos ha vendido en la historia, un récord estimado en alrededor de mil millones de copias.