Pocas horas después, dos hombres armados se presentaron en casa de su madre y preguntaron por el dinero y la joven. Lo que no sabían es que los billetes no se encontraban en la casa en Bundanoon, sino en la de la abuela en Sidney, a 150 kilómetros de allí.
La madre dijo a los ladrones que su hija ya no vivía con ella. Los hombres registraron entonces la casa y se llevaron consigo algunos objetos de valor y una cantidad reducida de dinero en efectivo.
La policía advirtió en contra de publicar en Internet informaciones personales y fotografías de ese tipo.