Debe ponerse en práctica un procedimiento importante: luego de las caricias y los besos, hay que explorar la extensión de la piel de todo el cuerpo. El hombre debe dedicarse a estimular a través de caricias la zona clitoridiana durante un período de largos minutos.
Es imposible indicar siquiera de manera aproximada el tiempo durante el que deberían aplicarse las caricias. Cada mujer es un mundo. La duración suele oscilar en relación con el cansancio previo, con los vaivenes emocionales y con el estado general de salud.
Muchas mujeres se niegan a tener orgasmos durante el período de juego previo. A ellas les perturba pensar que estas prácticas son masturbatorias y que muchas veces les impiden el orgasmo por penetración. Por el contrario, tener orgasmos durante los juegos previos es, con frecuencia, el prolegómeno de la multiplicidad orgásmica femenina.
Muchas mujeres sienten que los juegos sexuales previos no duran lo suficiente, lo cual les impide desarrollar con totalidad su capacidad orgásmica. Lo peor es no manifestarlo a sus compañeros por temor a que se ofendan, a que no quieran tener más relaciones sexuales o, incluso, a que las abandonen.
Lejos de considerar que estas mujeres son “ninfomaníacas” o “supersexuadas”, deberemos ver que la fuerza de su impulso sexual y su fuerza vital son características normales. En realidad, deberían ser reglas antes que excepciones, si no fuera por las inhibiciones sociales a las que continúan sometidas las mujeres en el marco de nuestra cultura.