Ante esto, lo único que queda preguntarse es ¿por qué la necesidad de exponerse?
Es apenas normal que si la intención es que alguien no se entere de algo, simplemente no se dice. Esto pasa porque, en efecto, nadie quiere ser descubierto en medio de una infidelidad.
Y si esto es así, entonces ¿qué buscamos provocando escenas o situaciones que sabemos que van a molestar al otro si lo amamos y nos ama? La respuesta es tan obvia y tan vieja como la propia humanidad, la típica mezcla de amor con la agresión, los celos, la envidia y los juegos de seducción histéricos.
Facebook demuestra que esas tendencias humanas del deseo siguen mucho más que vigentes y solo depende de cada quién “domesticarlas”, si buscamos una relación saludable y estable.
Mientras tanto, siempre tendremos Facebook.