El suceso tuvo lugar en la población de Zghanghan, en las cercanías de Melilla, donde el ladrón aprovechó la momentánea ausencia de un joyero que había ido a tomar un café para forzar su tienda con una barra de hierro y hacerse con el botín.
Cuando salía con una bolsa llena de joyas, valoradas en más de 400.000 dirhams (unos 36.000 euros), se topó con el dueño que regresaba y que con sus gritos alertó a los demás comerciantes de la zona, según el periódico.
El hombre fue interceptado en la calle y entregado a la policía, a la que confesó que era el primer atraco que cometía en su vida y que lo había hecho para poder costearse una operación quirúrgica ante la grave enfermedad cardiaca que sufría.