El fan le persiguió y tras mucho insistir, consiguió que Messi se parara unos segundos para fotografiarse junto a él. Segundo problema. No debe dominar el funcionamiento del móvil que tiene la misión de retratarle con su ídolo.
Ante ello, Messi, con cara de pocos amigos, continúa su camino buscando un taxi, ya en las afueras del aeropuerto. El cazafamosos no se arreda ante nada y le vuelve a abordar:
‹ "Un segundo tio, que ya se cómo funciona" ›
Tercer problema, y este, por desgracia para él, va a ser insalvable. Tras superar todas las dificultades, cuando llega el momento de la verdad, algo aborta la foto. El jugador argentino le mira sorprendido. Se oyen algunas risas burlonas de los que presencian la escena.
¿Que ha ocurrido? Pues que al aficionado le ha surgido un imprevisto. Se le han bajado los pantalones. Probablemente se le rompió un botón. Messi se aleja y coge un taxi. Otra vez será.