El show de mas de dos horas de duración recorrió la carrera entera de Ozzy y los más grandes clásicos del músico británico con Black Sabbath, la banda que lo dio a conocer en los setenta.
Ante más de 22 mil fanáticos del metal, el cantante británico Ozzy Osbourne se presentó en GEBA y deslumbró con un repertorio de clásicos en el que hubo numerosas canciones de Black Sabbath.
Osbourne se presentó la noche del sábado en el predio de Marcelino Freire y Dorrego tras una apertura a cargo de los locales Vitticus y O’Connor y del conjunto brasileño Sepultura.
El arranque del set del legendario rockero fue con "Bar at the Moon", durante la cual el anfitrión arengó a la entusiasmada concurrencia. "Quiero oírlos, los extrañé mucho", dijo el artista, que visitó el país por tercera vez.
La excusa del show fue la presentación de "Scream", último trabajo del metalero, aunque de dicha producción apenas se escuchó el hit "Let Me Hear You Scream", debido a que casi toda la lista de temas estuvo dedicada a los temas más reconocidos de la extensísima trayectoria del músico.
Así se sucedieron canciones como "Mr. Crowley", "Fairies Wear Boots", "I Don’t Know", "Road to Nowhere", "War Pigs" y "A Shot in the Dark", tras la cual Osbourne se retiró de la escena para dejar que sus músicos se lucieran con sus complicados solos. Se destacaron el guitarrista Gus C, quien evocó un fragmento de "Libertango" de Piazzolla, y el baterista Tommy Clufetos.
Para el final quedaron el clásico de Black Sabbath "Iron Man" y las aguerridas "I Don’t Want To Change the World" y "Crazy Train", tras las cuales Ozzy se arrodilló y besó el el escenario mientras el público coreaba enérgicamente su nombre.
El cantante se retiró junto a su banda pero solo por unos instantes, ya que a continuación llegaron los bises. El cierre fue con "Mama I’m Coming Home", "Paranoid" y una extensa ovación de la platea que coronó poco más de una hora y media de show a puro rock pesado. (Reporter)
Esta noche Ozzy tocará en Chile y continuara su recorrido por Latinoamérica para finalmente llegar a Colombia el próximo 16 de abril, en una parada mas de nuestra gira Mundo Mundial de Radioacktiva.
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Crítica
Por Pablo Strozza Especial Para Clarín
Ozzy Osbourne Sonaba la primera vuelta del estribillo de Crazy Train , de Ozzy Osbourne cuando ocurrió: un convoy de la línea Mitre con destino José León Suárez pasó por detrás del escenario a velocidad media, como queriendo escuchar lo que pasaba. Dada la ubicación de GEBA, mucho se habló en las redes sociales antes del show que eso era lo que tenía que ocurrir cuando sonara esta canción. Planeado o casualidad, la imagen funcionó, y se transformó en la gran postal del concierto del británico.
Sin ese clip paródico que nos supo regalar otras veces como inicio del show, Ozzy sale a matar o morir de entrada con Bark at the Moon y enseguida se cumple el primero de los verbos. Su banda actual (Gus G. en guitarra, Rob Nicholson en bajo, Tommy Clufeto en batería, y Adam Wakeman en teclados) carece del poderío de otras que supo tener y suena por momentos chata. Y sus cuerdas vocales no son las de su época dorada. Pero su carisma, pese a los añares de excesos y maltrato a su cuerpo, continúa inalterable.
Mr. Crowley , oda al mago oscurantista Aleister, lo confirma: el Príncipe de las Tinieblas rockero empieza con su cuerpo semejando una cruz y tras el tema culmina arrodillado en una especie de plegaria negra. Y lo mismo pasa con Suicide Solution , el gran tributo de Ozzy a Bon Scott de AC/DC. Misión cumplida.
Este Scream World Tour se basa en Blizzard of Ozz (1980), el primer disco solista de Ozzy, más clásicos de Black Sabbath como la antibelicista War Pigs, Iron Man y su riff inoxidable, Paranoid y alguna novedad como Let Me Hear You Scream . Y entre tema y tema, Osbourne sumerge su cabeza en un balde de agua ubicado delante de la batería y arenga a ese público que ya tiene en su bolsillo desde antes del inicio. El fenómeno es curioso: todos los lugares comunes sobre la audiencia, que en otro artista sonarían demagógicos, en Ozzy se vuelven encantadores y graciosos. Sin dudas, la experiencia del reality show Los Osbourne terminó de potenciar la veta humorística del hombre, por sobre aquella que espantaba a los pacatos a fuerza de masticar murciélagos y palomas en vivo y en directo.
Una característica histórica de los shows de Ozzy son los constantes baldazos de agua a la audiencia. Esta vez, una manguera de bomberos que está debajo del pie de su micrófono riega al público. Pero hacia el final, un par de baldes renuevan el rito.
Ozzy se retira del escenario y deja a su banda improvisar, para que luego se luzcan con los siempre innecesarios solos de guitarra (con cita a Piazzolla incluida) y batería. Vuelve para brillar en I Don’t Wanna Change The World y la ya citada Crazy Train . Y remata su faena con Mamma, I’m Coming Home y el himno por excelencia para quienes sufren delirios de persecución. “Terminé con mi mujer porque ella no me podía ayudar con mi cabeza. La gente piensa que estoy loco porque ando con el ceño fruncido todo el tiempo. Todo el día pienso en cosas pero nada me satisface. Creo que perderé mi mente si no encuentro algo para pacificarla. ¿Pueden ayudarme a ocupar mi cerebro? ”: los primeros versos de Paranoid siempre van funcionar como un estandarte para esos desviados que colmaron las instalaciones de GEBA y ya esperan por la vuelta de su ídolo.